lunes, 10 de abril de 2017

Viuda de Solano (la viuda más famosa)




En el desván de mis abuelos encontré una caja de hojalata un poco oxidada. En el frontal ponía “Pastillas de café y leche Vda. de C. Solano”.  Era más antigua que las que yo conocía.

En las más modernas, por la parte inferior, ponía “contiene toffe nata”. Tal vez ya no era la misma receta…




Estos caramelos de toffe son los que se pegan a los dientes de mala manera, pero están de buenos…  se hacían de café con leche, de nata o cubiertos con una capa de chocolate.



Cuando yo era niña era un lujo que alguna visita nos trajera a mi hermana y a mí una caja de caramelos Viuda de Solano.

Las cajas, de lata y preciosas, eran una posesión apreciada, tanto si traían caramelos dentro como si no. Más modernas que la que encontré en el desván, las de mi época tenían imágenes de flores, paisajes, trenes… o dibujos infantiles.

      


Luego servían como costurero, hucha o joyero, o las usábamos para guardar pequeños tesoros que todos los críos íbamos coleccionando: botones, canicas, unas monedas… 

Esta es la caja donde yo guardaba mis colores, qué casualidad encontrar la foto por Internet…




Pero, ¿quién fue la viuda de Solano? 
Su nombre era Antolina Ruiz-Olalde y fue la esposa del señor Celestino Solano, propietario de una confiteria en Logroño. 




Año 1830. Una mañana, mientras Antolina tomaba un café con leche, unas gotas cayeron sobre la plancha de la cocina y cuajaron. Las probó, y vio que tenían un sabor delicioso. Se le ocurrió hacer unas pastillas de café con leche para regalar a la clientela. La fórmula tenía un secreto que llama la atención: se confeccionaban con leche de burra.

Tuvieron tanto éxito que el matrimonio Solano-Ruiz Olalde se vio obligado a dejar la confitería y dedicarse en exclusiva a la elaboración de las pastillas, aunque las hacían a mano y solamente llegaban a producir diez kilos por día.




Años más tarde, cuando el negocio ya estaba en manos de su sobrino nieto Fernando Cabañas, se mecanizó la producción y la leche de burra fue sustituída por leche de vaca. Por entonces se llegaba ya a la producción de mil kilos de pastillas al día.




La mano de obra femenina era la más solicitada en esta empresa, como en otras muchas del sector de la alimentación. En la foto podemos ver la edad de algunas trabajadoras... eran otros tiempos.

La fábrica fue vendida y trasladada, y ahora los caramelos Solano ya no son lo que eran, aunque hay muchísimos sabores y una buena variedad de ellos sin azúcar. Están muy ricos, pero ya no es lo mismo...


  


Por cierto, ¿de qué moriría Celestino? Espero que no fuera de un atracón de caramelos…




    


2 comentarios:

  1. Muy curiosa la entrada, me ha gustado mucho.

    En casa tenemos alguna pequeña lata de Xocolata Casa Ametller, riquísimo.

    Hasta pronto!! Petons

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  2. hola! como nos gustan las entradas nostalgiosas y esas latas son adorables! todo lo antiguo tiene un valor y calor tan especial, te llevamos al muro y dejamos un saludobuho, con un café excelentemente servido( adoramos el café)

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Anda, no te cortes y suelta lo que piensas...

Tomaron café...


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